Los aranceles recíprocos entre Estados Unidos y China han golpeado de forma considerable las exportaciones. A pesar de la reducción de la tasa arancelaria inicialmente anunciada para el país asiático, pasando del 125% al 55%, sigue siendo muy superior a la que se aplicaba anteriormente, entorno al 20%.
Por ello, China está diseñando un nuevo mapa comercial dentro de Asia para mitigar el impacto de los aranceles. Sus principales objetivos se centran en el Sudeste Asiático, en países con relaciones más amistosas con Estados Unidos como Vietnam, Tailandia e Indonesia, donde están comenzando a instalarse y que ya están dando sus frutos.
Las exportaciones chinas a Estados Unidos se desplomaron en abril, cuando entraron en vigor los aranceles norteamericanos, con una caída de 9.300 millones de dólares en las exportaciones de bienes, con respecto al año anterior. Pero, al mismo tiempo, las exportaciones chinas a Asia aumentaron en 14.800 millones de dólares.
Esta estrategia comercial no sólo busca minimizar el impacto de los aranceles. Según explica Bert Burger, economista de Atradius, “los fabricantes chinos también están estableciendo instalaciones de producción en el Sudeste Asiático porque quieren aprovechar las ventajas locales». Estas ventajas están relacionadas con salarios más bajos y subvenciones fiscales.
Además, trasladar las fábricas a otros emplazamientos de Asia permite a los fabricantes estar más cerca de los mercados en crecimiento, con una demanda de productos chinos en alza en muchos países de la Asociación de Naciones del Sudeste Asiático (ASEAN). «El desplazamiento de la fabricación de China a otros países asiáticos se puso en marcha antes del segundo mandato de Trump», añade Burger.
A medida que los fabricantes se mueven, también lo hacen las rutas comerciales. El aumento del comercio y la inversión está impulsando el crecimiento económico en países como Vietnam, Tailandia e Indonesia.
Pero esta oportunidad también conlleva riesgos ya que las economías del sudeste asiático se enfrentan a sus propias amenazas arancelarias. Estados Unidos impuso, aunque luego pausó, aranceles recíprocos de entre el 40% y el 50% a países como Camboya, Laos, Vietnam y Sri Lanka, entre otros.
Según explica Dana Bodnar, economista de Atradius, «muchas economías del sudeste asiático están experimentando un auge de las exportaciones a Estados Unidos y la Unión Europea, pero unos aranceles finales de entre el 37% y el 50% afectarían gravemente a los márgenes y los flujos de caja de los exportadores». Este posible escenario derivado del impacto de los aranceles “aumentaría la probabilidad de retrasos en los pagos e impagos, especialmente en el espacio B2B», añade Bodnar.
En definitiva, los países del sudeste asiático pueden verse beneficiados por las nuevas rutas comerciales, pero sólo si consiguen mantener el equilibrio entre Estados Unidos y China.