Las empresas francesas del sector de la piedra natural han lanzado un mensaje claro al Gobierno: si de verdad se quiere ahorrar y sostener el modelo social francés, la contratación pública debe priorizar la piedra natural de origen nacional. Esta petición, encabezada por el SNROC (Syndicat National des Roches Ornementales et de Construction), se apoya en los resultados de un estudio económico recientemente presentado, que demuestra que, pese a su precio de compra más bajo, la piedra importada resulta mucho más costosa para el Estado y la sociedad francesa.
El informe, realizado por VEIA con el apoyo del CTMNC, IG Granit de Bretagne y la Asociación Pierre de Bourgogne, intenta desmontar la lógica económica que ha favorecido durante años la importación de piedra desde países como Portugal, España, Turquía o China. Analizando dos casos concretos —uno de granito y otro de caliza—, el estudio concluye que las rocas extranjeras suponen en realidad un sobrecoste de entre el 27 % y el 49 %, si se tiene en cuenta su impacto fiscal, social y medioambiental.
El estudio alega que la piedra natural francesa no solo genera empleo local directo e indirecto, sino que también devuelve a la colectividad entre 72 y 75 euros de cada 100 gastados, en forma de impuestos, cotizaciones sociales y financiación del sistema público. Además, afirma que su huella de carbono es muy inferior a la de los materiales importados: hasta nueve veces menor en el caso de la piedra china.
“¿Y si la obra pública favoreciera de verdad a la piedra natural francesa?”, cuestiona el SNROC, instando al Gobierno y a los organismos responsables de contratación a revisar sus criterios. En un momento en que el Ejecutivo busca más de 40.000 millones de euros de ahorro, las empresas del sector consideran que fomentar el uso de materiales locales es una medida concreta, eficaz y alineada con los objetivos de reindustrialización y transición ecológica.
Para el SNROC y sus asociados, no se trata solo de proteger una industria tradicional, sino de defender una economía más sólida, resiliente y respetuosa con el entorno. A su juicio, seguir importando piedra por razones puramente contables no tiene sentido cuando el coste real, para Francia, es mucho más alto.