ASCER presenta un Position Paper durante los European Ceramic Days que se celebra hoy en Bruselas y advierte de un impacto regulatorio equivalente al 60–80% del beneficio neto de la industria.
La industria española de baldosas cerámicas ha lanzado hoy en Bruselas un serio aviso sobre la “grave vulnerabilidad” a la que se enfrenta ante los cambios regulatorios previstos en el sistema europeo de comercio de emisiones (EU ETS) para el periodo 2026–2030 y el recorte en la retribución de la cogeneración. Según ASCER, estas medidas amenazan la viabilidad de un sector estratégico para España y especialmente para la provincia de Castellón.
El llamamiento coincide con el arranque de los European Ceramic Days 2025, organizados por Cerame-Unie, donde participa una delegación de ASCER encabezada por su presidente, Ismael García Peris; Raúl Carnicer, vocal de la junta rectora y vicepresidente de la federación europea CET; y Alberto Echavarría, secretario general. La atención del foro se centra en los crecientes retos regulatorios y de costes que están mermando la competitividad de la cerámica europea.
Impacto regulatorio sin precedentes
Según la propuesta preliminar del EU ETS, el sector cerámico verá reducida su asignación gratuita de derechos de emisión en un 34% respecto al periodo anterior. Este ajuste supondrá, en función del precio del CO₂ (100–150 €/tCO₂), un coste anual adicional de entre 109 y 163 millones de euros para las empresas españolas.
A este impacto se añade el recorte del 37,5% en la retribución de la cogeneración, que implica otros 30 millones anuales. En total, según ASCER, la presión regulatoria absorbe entre el 60% y el 80% del beneficio neto de toda la industria, cuyo margen medio entre 2020 y 2022 fue del 5%, de acuerdo con datos de ACIMAC.
El sector recuerda que la cerámica europea es la más eficiente del mundo en consumo energético y emisiones por metro cuadrado producido, y que solo genera el 0,9% de las emisiones incluidas en el EU ETS. No existen, además, alternativas tecnológicas viables a corto o medio plazo que permitan sustituir el gas natural.
“Incrementar los costes a los sectores más eficientes no reduce emisiones a escala global”, advierte ASCER, “sino que debilita a las industrias europeas líderes e impulsa la entrada de productos de países con estándares ambientales y laborales inferiores”.
Castellón, en primera línea del impacto
La preocupación es especialmente intensa en Castellón, donde la industria cerámica supone el 32,2% del PIB y emplea a cerca de 16.000 trabajadores directos —90.000 sumando el empleo indirecto e inducido—. Con una vocación exportadora cinco veces superior a la media nacional, cualquier pérdida de competitividad puede traducirse en cierres de fábricas, desplome de inversiones y deslocalización industrial.
“Una transición climática eficaz solo es posible si es industrialmente viable y socialmente sostenible”, defiende el secretario general de ASCER, Alberto Echavarría, quien pide “coherencia y responsabilidad” a las instituciones europeas.



































