La filita verde de Lugo ha sido reconocida por la Unión Internacional de Ciencias Geológicas (IUGS) con el título de Piedra del Patrimonio Mundial. Este organismo internacional de referencia que, entre otras funciones, se dedica a documentar y catalogar las rocas con las que se ha construido el patrimonio arquitectónico de la humanidad, reconoce de este modo el valor histórico y estético de esta filita y la incluye en el mismo club en el que ya figura, por ejemplo, el mármol de Carrara italiano.
El profesor de la Universidad de Oviedo, Víctor Cárdenes Van Den Eynde, del departamento de Geología, recuerda que, en el noroeste de la Península Ibérica, entre las comarcas lucenses de Terra Chá y A Mariña, se utiliza desde tiempos históricos como piedra de construcción un tipo de filita de edad cámbrica única y singular, una rareza de la naturaleza. Las canteras de esta piedra se encuentran en el paraje de Campo de Oso, en Bretoña, Lugo. “La misma evocación de estos nombres despierta los ecos de siglos de historia, lugares que habitaron pueblos milenarios ya desaparecidos, como por ejemplo la cultura de los castros, el imperio romano, o los bretones, entre otros”, destaca el investigador.
“El paisaje y la roca permanecen testigos de cómo el paso del tiempo borra la memoria de las civilizaciones pasadas. La piedra, sin embargo, permanece. Es aquí, entre el cielo gris y plomizo, y el verde intenso de los prados, donde se extrae una de las pocas filitas para cubiertas que hay en el mundo. No se entiende este paisaje sin uno de sus elementos principales, la filita verde”, añade el profesor de la institución académica asturiana.
Extraída desde tiempos históricos, las canteras de filita verde son las más antiguas documentadas en la Península Ibérica. Hay constancia de su uso desde el año 1626, cuando se emplearon en la construcción de la iglesia de Santiago Adelán. Desde entonces, esta roca se ha venido empleando en todo tipo de edificios, llegando a países tan lejanos como Japón y Estados Unidos.