La reconstrucción del Palacio Imperial de Berlín contará con 9.000 metros cúbicos de arenisca y será un proyecto que correrá a cargo del arquitecto alemán Franco Stella.
Durante décadas fue impensable que Alemania volviese a levantar el palacio imperial, que quedó prácticamente destruido por los bombardeos de la Segunda Guerra Mundial y posteriormente fue dinamitado por las autoridades comunistas de la RDA como símbolo del absolutismo prusiano. Pero el paso a un segundo plano de ciertos complejos históricos ha permitido la promoción del proyecto, sin duda el de mayor envergadura de la Alemania de principios del siglo XXI.
Volver a levantarlo tiene un presupuesto inicial de 600 millones de euros, de los que la ciudad de Berlín pone, de momento, 32 millones y cuenta con otros 80 millones en donaciones.
Más de 9.000 metros cúbicos de piedra arenisca han sido esculpidos tomando como modelo antiguas fotografías para crear los 3.000 elementos decorativos para la fachada del palacio barroco. Tres de los muros exteriores del edificio reproducirán fielmente el original mientras que el cuarto, el muro este que da al río Spree, será un respiro minimalista acristalado y albergará una zona de tiendas y restaurantes.
El Foro Humboldt, concebido como centro intercultural por el arquitecto Franco Stella, dará cobijo a los fondos del Museo Etnológico de Dahlem y del Museo de Arte Asiático, que aprovecharán para renovar su filosofía.
Las máscaras y canoas del Mar del Sur, el trono africano, o los anoraks inuit fabricados con intestinos de foca, presentados hasta ahora con cierto regusto a colonialismo etnológico, «contarán en adelante con la perspectivas de los países de origen y servirán para ilustrar exposiciones sobre temas actuales como el cambio climático y la migración», explica Hermann Parzinger, presidente de la Fundación del Patrimonio Cultural Prusiano. En total, serán 40.000 metros cuadrados de exposición y «un espacio para la cultura del mundo».