Desde su nacimiento en 1965, la historia de Mármoles Serrat es la de una familia profundamente arraigada a la piedra y a su tierra: Santa Magdalena de Pulpis, en la provincia de Castellón. Una historia que cumple seis décadas de dedicación, esfuerzo e innovación en torno a un mármol que hoy es reconocido a nivel internacional: el Gris Pulpis.
La semilla de Mármoles Serrat la plantó Joaquín Serrat Sospedra, cantero de oficio y artesano de la piedra. En un momento en el que muchos vecinos de Santa Magdalena compartían este saber ancestral, él decidió dar un paso más: instalar un pequeño taller con maquinaria en la Rambla Alcalá, dirección que sigue siendo hoy el domicilio social de la empresa.

“Mi padre fue un pionero”, recuerda José Antonio Serrat Aicart, uno de los hijos del fundador. “En 1965, puso en marcha el taller con la idea de ir más allá del trabajo manual. Era un momento en el que las herramientas eran pico y escarpe, pero enseguida empezó a invertir en pulidoras y máquinas eléctricas. Esa inversión constante en maquinaria ha sido una constante desde entonces”.

Junto a su hermano Joaquín, José Antonio se incorporó desde muy joven al negocio familiar. Primero como Mármoles Serrat C.B. y ya en los años noventa como sociedad limitada, la empresa fue creciendo sin perder nunca sus raíces artesanas.
Primeros pasos hacia la expansión
Como en toda historia empresarial, los comienzos no estuvieron exentos de retos. Adaptarse a nuevas herramientas, crecer en infraestructura, conseguir encargos fuera del entorno más cercano… Todo suponía un desafío. “Uno de los primeros clientes que nos marcó fue Marbres Estruch, de Vilafranca del Penedès”, rememora Marta Serrat, hija de Jose Antonio y tercera generación de la empresa. “Fue nuestra primera venta fuera de la zona, y aunque la empresa ya no existe, sigue siendo el cliente número uno en nuestra contabilidad, literalmente el primero”.
Aquel cliente trajo consigo más que pedidos. “Recuerdo que para poder trabajar con ellos nos compramos nuestro primer fax, que entonces era una revolución para enviar planos e imágenes. También nos ayudaron a diseñar el logotipo de la empresa. Hoy parece anecdótico, pero en aquel momento fue un gran salto”.
La apuesta por el Gris Pulpis
La gran transformación llegó cuando Mármoles Serrat obtuvo la concesión minera del yacimiento de Gris Pulpis. “Ese fue el punto de inflexión. Pasamos de trabajar todo tipo de mármoles a especializarnos en uno solo. Apostamos por darle nombre, promoverlo a nivel internacional, y construir toda una industria a su alrededor”, explican desde la empresa.
Esta decisión marcó la identidad de la empresa. A escasos metros del punto de extracción, levantaron las primeras instalaciones de transformación. “Empezamos con una máquina a la intemperie. Hoy tenemos naves industriales, líneas de acabado y hemos ido ampliando según las necesidades del mercado”.
De la cantera al mundo
En la actualidad, el proceso de producción del Gris Pulpis es un ejemplo de tecnología aplicada a la piedra natural. Los bloques se extraen con maquinaria pesada e hilo diamantado, y desde la cantera son transportados a la planta de producción. Allí se decide si se transforman en tabla o en baldosa, dependiendo del tamaño. Después pasan por telares, discos, líneas de acabado –pulido, apomazado, flameado, entre otros–, y se embalan con destino, principalmente, a la exportación.
“El 70% de nuestra producción está destinada a tabla, el 25% a despieces especiales y un pequeño porcentaje –entre el 1% y el 5%– a bloques u otros productos. Fabricamos sobre pedido, adaptándonos siempre a las necesidades de cada cliente. Así hemos trabajado en proyectos pequeños y grandes, cumpliendo calendarios y ajustando nuestra plantilla a cada momento. Hemos llegado a ser 70 personas; hoy somos 32, pero con la misma implicación”.
Proyectos que dejan huella
Entre los hitos más significativos de estas seis décadas, la empresa destaca el suministro de piedra para obras tan emblemáticas como el Museo del Prado. “Poder visitar el Prado con nuestro padre y ver allí nuestro mármol fue muy emocionante”, señala Marta Serrat, nieta del fundador de la empresa. También recuerdan con especial cariño su participación en la rehabilitación del casco antiguo de Valencia, durante varios años. Entre los proyectos más recientes está su contribución en la restauración de la catedral de Zagreb.
El carácter único del Gris Pulpis es, para sus clientes, una de sus principales virtudes. “Nos valoran por la belleza natural del producto, su calidez cromática, su sobriedad. Es un mármol con personalidad y al mismo tiempo muy versátil”.
La versatilidad se refleja también en los encargos a medida. “En proyectos como el de Lanzhou, en China, suministramos todo tipo de piezas especiales: columnas, dinteles, mostradores, escaleras… También realizamos chimeneas diseñadas por estudios de arquitectura o interiorismo. Cada proyecto tiene su reto y su valor añadido”.
Un equipo que es familia
La historia de Mármoles Serrat no se entiende sin las personas que han formado parte de ella. “Algunos empleados están con nosotros desde los 16 años. Muchos han trabajado aquí toda su vida. Hoy tenemos varios con más de 30 años de experiencia, y eso es un orgullo”, explica Marta Serrat.
Este 2025, el aniversario se celebra con discreción, pero con mucha gratitud. “Son tiempos difíciles, especialmente para la exportación, pero haber llegado hasta aquí nos llena de energía para seguir adelante. Cumplir 60 años es un logro. No lo celebramos con grandes actos, sino trabajando, como hemos hecho siempre”.
El mármol en un mercado cambiante
El sector de la piedra natural, reconocen, ha sufrido grandes cambios. “Han aparecido muchos productos que el consumidor percibe como alternativas. También influyen las modas, los mercados… Por eso creemos que la clave está en especializarse, encontrar el nicho y resistir en épocas complicadas”.
Otro desafío importante es la transmisión del oficio. “El trabajo de cantería y marmolería tiende a desaparecer o a cambiar mucho. El marmolista de hoy no es el de hace 30 años. La tecnología ayuda, pero el conocimiento del material es insustituible”.
Mirando al futuro
Con todo, Mármoles Serrat sigue apostando por el trabajo bien hecho y la cercanía al cliente. “La internacionalización no ha parado desde que empezó. Buscamos nuevos mercados, nuevos clientes cada vez más exigentes, y estamos preparados para seguir creciendo. Queremos seguir aquí, con nuestra cantera, nuestro Gris Pulpis, y nuestra forma de trabajar”.
Y mientras la maquinaria sigue cortando bloques al pie de la montaña en Santa Magdalena de Pulpis, la historia continúa escribiéndose. Con cada tabla, con cada proyecto a medida, con cada cliente que elige un mármol con alma y con historia.