Miguel Gómez es el alma mater de Kurva Estudio, una tienda de cocina de Murcia que tiene como bandera hacer proyectos muy diferentes. Su joven CEO, no llegó al negocio de cocinas por casualidad. La suya es la historia de una familia vinculada al sector y que tocó varias teclas hasta dar con la del éxito.
Su padre tenía un estudio de cocinas de gama alta, Novavita, donde hacía los deberes de niño. La cosa no funcionó y optaron por la venta de cocinas a profesionales, “eran mubles de precio bajo, pero con un nivel de exigencia en tiempo enorme”, puntualiza Miguel. De ahí, salió más tarde, Formas Cocinas. Esta tienda localizada también Molina de Segura, Murcia, se ha hecho un nombre en toda la provincia y un potente hueco en las redes sociales, donde cuenta con 130.000 seguidores.
La trayectoria y experiencia acumulada han acabado desembocando en el nuevo proyecto Kurva Estudio que ahora lidera Miguel. Una tienda donde la nota dominante son los proyectos raros, muy exclusivos y de gama alta. Para Gómez, Kurva es la culminación de una trayectoria real de 30 años.
Ubicada en el centro de la ciudad de Murcia (Calle Ceballos, 1), la tienda cuenta con 120 metros cuadrados, repartidos en tres ambientes, espacio de reuniones y un bunker. Sí un búnker, porque antes el bajo lo ocupaba una entidad bancaria.
“Nos enamoramos del local entre otras cosas porque tenía cinco metros de altura y eso daba mucho juego”. Para el búnker ha elegido un ambiente híbrido de vestidor y baño que está dentro de lo que antes era la caja fuerte del banco.
Entre las curiosidades que alberga la tienda, Miguel cuenta que “lo que más sorprende es que tenemos la última gama de electrodomésticos, lo que normalmente no se ve. Solo el frigorífico tiene un precio de 17.000 euros. La campana de la exposición cuesta 3.000 y esto algo raro de ver. También ha tirado de paleta de colores para diferenciarse sumando una rareza detrás de otra. “Buscamos cosas totalmente diferenciales, siempre algo muy distinto. Por ejemplo, una vitrina de cuatro metros de altura retroiluminada pero con colores diferentes. Queremos mostrar vanguardia y el máximo que podemos hacer; las plumas de pavo”.
Los muebles de cocina que comercializa Kurva llevan el sello de fabricante malagueño Inko Cocinas. Para Miguel sobran las razones que justifican esta elección con la que se sienten muy cómodos.
“La calidad del producto de Inko, la variedad que te ofrecen y que son una empresa con pensamiento dinámico”, son los tres puntos fuertes a los que apunta Miguel para contar con ellos como fabricante en exclusiva.
Además, subraya que la relación personal es muy fluida. “Somos gente joven, de modo que las ideas nuevas tienen mucha cobertura con ellos, se puede hablar de todo. Por otro lado, el acabado se nota único y destaca mucho respecto al fabricante italiano”. Según sus palabras: «No buscan la economía, sino la calidad y esto se ve claramente porque el mueble está muy bien terminado”. Pero los elogios no se quedan ahí. “En el embalaje del los muebles se ve el cariño por el trabajo y además tengo que decir que siempre la resolución de incidencias es muy rápida».
Otro de los puntos que resalta Miguel es que Inko cuenta con su propia red de distribución de transporte y el equipo de asesoría que tienen. “Cuando tenemos una inquietud, siempre podemos contar ellos”.
El foco
Kurva tiene muy claro su target. “Nuestra idea es atacar más a profesionales como arquitectos e interioristas, y poder ofrecer electrodomésticos de gama superior y disponer de personal especializado en ese perfil”.
El grueso de los proyectos de Kurva son locales, pero tienen contactos en Madrid y están fuertemente vinculados a Mallorca. De hecho, la firma está experimentando un fuerte crecimiento desde su apertura hace solo dos años y ya se están planteando abrir el área de influencia y comenzar a desarrollar proyectos en la isla. “Nos encanaría montar una tienda en Mallorca en un año. Estamos pensando en Palma y asociarnos con un arquitecto de allí”.
“Vamos más rápido de lo que pensábamos. Somos tres en el equipo, pero empezamos con solo una persona. Muchos profesionales arquitectos e interiorista se han volcado con nosotros, aunque siempre hay un trabajo detrás. Tenemos a una persona en la calle solo para visitar arquitectos e interiorista». Lo primero que hicieron fue invitar a prescriptores a su estudio y ahora ya suponen el 50% del perfil de sus clientes.
Con un ticket medio de entre 20.000 y 40.000 euros y una media de cinco proyectos mensuales, en la actualidad tienen encima de la mesa un nuevo reto: idear un espacio de cocina para una familia de diez personas. “El desafío es que entren varios frigoríficos al techo con vigas y luminarias”.
No son capaces de decir que no a nada. “Somos más gamberros de lo normal. Todo se respira en la tienda y sobre todo la estética. Así que lo clientes valoran mucho la virtud. Nos salimos del trazo habitual. Aun así, nuestra venta es natural, no hay una posición altiva es colaboración».
Seguro que el atrevimiento, una de las hélices de ADN de Kurva, les hará ganarse un sitio de peso en el ecosistema del negocio de cocinas en España.
