Esta construcción cuenta con cinco arcos de medio punto con bóveda de cañón sobre pilas y tajamares triangulares aguas arriba. Está construido en piedra arenisca, de traza y corte irregular, lo que le confiere un aspecto muy popular. Llama la atención la irregularidad de sus dovelas, cada una de un tamaño y sin labra en la cara superior, según registra la memoria del proyecto oficial.
El puente se ha visto afectado por las fluctuaciones del cauce a lo largo de los años, lo que hace normal las reparaciones, añadidos o destrucciones que ha sufrido. Además, para facilitar el paso de carros y de maquinaria agrícola, se desmantelaron los pretiles y en 1967 se construyó una presa para regadío aguas arriba, lo que ocasionó una importante degradación de su estructura.
Fueron los técnicos de la Junta Luis Pichel y Hortensia Larrén quienes explicaron que las obras de restauración que comenzaron con la limpieza del puente en la que se invirtieron 29.259 euros y sirvió para retirar la vegetación de la ribera (cañizos y zarzas) y de los depósitos aluviales de las dos orillas aguas abajo. Se ejecutó una pequeña zanja paralela al camino con el fin de poder comprobar la existencia de más elementos, apareciendo dos bóvedas cegadas en su cara norte y se retiraron sacos de tierra que algún usuario había situado bajo la primera bóveda para evitar que el agua de la balsa se escapase por debajo del puente hacia el cauce natural.
Posteriormente, se construyó un muro de hormigón de prolongación de la esclusa con el fin de poder derribar el muro que se adosaba al puente y liberar una mayor longitud del alzado sur, así como la restauración del puente en un ambiente seco. Finalmente, se llevaron a cabo catas arqueológicas para comprobar la existencia o no de restos de calzada y para conocer los rellenos de las bóvedas. La siguiente ejecución que se llevó a cabo en el «puente romano» fueron las propias obras de restauración, que contaron con un presupuesto de 36.103 euros.
En concreto, se realizó una limpieza de los rellenos de tierra de las bóvedas con seguimiento y documentación arqueológica; se desmontaron los sillares de los contrafuertes y tajamares para su posterior colocación de forma solidaria con el cuerpo principal de la estructura y evitando el riesgo de entrada de agua desde la zona superior; y se realizaron nuevos cierres de los tímpanos y algunos remates de los tajamares mediante sillería similar a la existente identificando las nuevas piezas.
Actualmente, se está ejecutando una nueva calzada de piedra que evite el deterioro de las bóvedas y que permita contemplar la escala real del puente y su tránsito en las mejores condiciones posibles. Queda por abordar la limpieza de fábricas antiguas y el rejuntado para sellar las entradas de agua con morteros de similares características, color y tonalidad a los de la obra original.
Fuente: La Opinión de Zamora.