El pasado mes de mayo se cerraba el edificio de Correos del Louvre en París para dar comienzo a sus obras de reestructuración, proyectadas por Dominique Perrault. El arquitecto francés apuesta por combinar conservación y transformación, poner en valor la arquitectura de piedra y metal que Julien Guadet concibiera en el siglo XIX, al mismo tiempo que se adapta a los nuevos tiempos, adoptando un programa en que a su antigua función se suman otras tantas — con locales comerciales, espacios de coworking, oficinas, una pequeña comisaría, una guardería y un hotel — capaces de intensificar y prolongar el uso del edificio.
Desde el estudio de Dominique Perrault ha comunicado que «Reestructurar es posicionarse, tomar parte por una historia más que por otra. Reestructurar es hacer elecciones, juzgar los elementos del pasado para retener los que compondrán la base de una historia nueva. Si el arquitecto no toma parte por una historia, no reestructura; conserva, acondiciona. La reestructuración en el sentido pleno del término, tal y como lo entendemos en el marco del proyecto, posee una doble dimensión: la dimensión médica del reestablecimiento, de la remisión a la norma, alude a la salud del edificio, a su buen funcionamiento. Pero la reestructuración es igualmente prospectiva, ya que al mismo tiempo que cura, prolonga la vida, ofrece nuevas vías, alarga el campo de posibles para escribir nuevas historias. La historia que contamos es la de la transformación de una manzana con vocación única, industrial, en una manzana urbana, operación posible gracias a las calidades patrimoniales intrínsecas del edificio de Guadet y a su inserción en el corazón de una secuencia urbana destacable, dando todo el sentido al proyecto de reestructuración».