La prensa italiana ha hecho pública la denuncia de los historiadores del arte que han visto como la gigantesca estructura de andamios exteriores se apoya en cientos de agujeros practicados en la piedra de travertino seleccionada por Miguel Ángel para ese gigantesco tambor de 168 metros de perímetro de la Cúpula de San Pedro en Roma.
El mayor genio artístico de la historia heredó un proyecto en que había trabajado sucesivamente Donato Bramante, Rafael y Antonio da Sangallo. Miguel Ángel realzó la estructura y diseño la cúpula que lleva su nombre, pero que terminarían de construir Giacomo Della Porta y Domenico Fontana en 1587.
A lo largo de cuatro siglos y medio, el airoso tambor de Miguel Ángel, que integra dieciséis contrafuertes y otras tantas airosas ventanas, ha sido dañado por las inclemencias del tiempo, los cementos añadidos en diversas épocas y el finísimo polvo rojo del desierto de Libia que penetra en el poroso travertino.
El arquitecto jefe de la Fábrica de San Pedro, Luca Virgilio, anunció en su momento que se utilizarían escáneres láser «para conocer mejor la compleja estructura arquitectónica proyectada por Miguel Ángel y Giacomo Della Porta», cuya superficie suma nada menos que 8.900 metros cuadrados, sorprendentemente mucho mayor que la fachada de la basílica.
La sorpresa ha sido descubrir que el gigantesco andamio que cubre la mitad del tambor visible desde la plaza de San Pedro, no se apoya en tacos de madera sino en centenares de agujeros practicados en la piedra, según muestran las alarmantes fotografías divulgadas por la prensa italiana.
Los fiscales del Vaticano, la Gendarmería y el comisario especial revisarán los contratos de obras para ver si ese modo de proceder estaba previsto –con garantías de no dañar el tambor–, o si es otra de las anomalías que han llevado a poner el mantenimiento de la basílica en manos del Tribunal del Vaticano.