El Gobierno de Cantabria ha aprobado la licitación de las obras de construcción del edificio que acogerá el futuro Centro de Interpretación del Arte Rupestre en Puente Viesgo, con un presupuesto de 4,4 millones de euros y un plazo de ejecución de 18 meses.
El edificio se construirá en base al proyecto ganador del concurso de ideas, de los arquitectos de Sukunfuku Studio (Gijón), y tendrá cerca de 2.000 metros cuadrados, con unas líneas arquitectónicas «prudentes» y «responsables» con el entorno donde se ubicará, en Monte Castillo. El estudio de arquitectura tiene prescrito el uso de pizarra filita.
Detalles del proyecto
La propuesta desarrollada apuesta por agrupar el programa en tres bloques: el área pública, subdividida a su vez en la zona de exhibiciones y la zona de recepción y servicios, y el área interna/restringida. Los tres volúmenes se articulan y organizan en torno a un patio central, que distribuye y conecta los diferentes espacios. El volumen resultante, en forma de “C” se enfrenta a la pendiente natural de la parcela, que cierra el edificio creando un “graderío verde”. La montaña pasa así a formar parte del programa, se convierte en protagonista y elemento articulador del edificio, invitando al visitante a subir y disfrutar de las vistas de Puente Viesgo desde una cota más elevada, o actuando como equipamiento asociado al patio (gradas naturales para eventos al aire libre).
El cuerpo principal de acceso y servicios se orienta en paralelo al viario, abriéndose al paisaje e invitando a los visitantes a entrar. Se trata del bloque central, que aglutina todos los servicios de carácter más público y sirve como nexo de conexión de los volúmenes de administración y exhibiciones. El resto de espacios se organizan en torno al patio; una banda de circulación perimetral actuará como filtro entre el exterior y el interior, controlando la iluminación natural en la zona de exposiciones y dando privacidad a las oficinas.
Constructivamente el edificio se divide en dos bloques claramente diferenciados tanto en su estructura como por su acabado material. La parte baja, hasta una altura de 3 metros, se soluciona con estructura principal de muros de hormigón, por tratarse de la zona que contiene el terreno. Esta zona está íntimamente ligada con el entorno, el perímetro exterior, expuesto a la topografía existente, se trata como una superficie continua y opaca, de contención, mientras que las fachadas que dan al patio y zona de acceso son prácticamente acristaladas en su totalidad.
Sobre esta base se apoya la cubierta, de carácter mucho más liviano, con estructura metálica. No se trata de una cubierta al uso sino una parte fundamental de la volumetría y aspecto exterior del edificio. La superficie en pendiente se pliega y transforma en parte de la fachada, produciendo un cambio de material en el alzado, de manera que la división entre fachada y cubierta se desdibuja.
La dualidad de sistemas constructivos del edificio se traduce directamente al exterior en sus acabados. En la banda inferior, la estructura de hormigón queda vista y se convierte en cerramiento del edificio mientras que la parte superior se reviste de filita. El cambio de material se enfatiza buscando un contraste cromático, de escala y textura.