La guía de buenas prácticas presentada en la I Jornada de la Fundación Premin en Sevilla establece un marco preventivo integral para reducir la exposición a sílice cristalina respirable en talleres de marmolería y en los procesos de corte, pulido y acabado de materiales que la contienen. El documento parte del reconocimiento de la sílice cristalina respirable como un agente cancerígeno y del impacto que su inhalación tiene en el desarrollo de patologías graves como la silicosis, el cáncer de pulmón o la enfermedad pulmonar obstructiva crónica, subrayando la necesidad de actuar desde el origen del riesgo y no únicamente desde la protección individual.
La guía pone el acento en la evaluación obligatoria de los riesgos, que debe realizarse mediante mediciones específicas de exposición y mantenerse actualizada en función de cualquier cambio en las condiciones de trabajo o en la salud de los trabajadores. Esta evaluación constituye la base sobre la que se deben diseñar las medidas técnicas, organizativas y preventivas, siempre priorizando la eliminación o reducción del riesgo en su origen y la protección colectiva frente a la individual.
Uno de los ejes fundamentales del documento es el diseño de las instalaciones y la organización de los espacios productivos. Se destaca la importancia de la altura de las naves, la correcta circulación del aire y la separación adecuada entre puestos de trabajo para evitar la dispersión del polvo de sílice. Las áreas con riesgo de exposición deben estar claramente delimitadas, señalizadas y con acceso restringido únicamente a personal autorizado, reforzando así el control del riesgo desde el punto de vista organizativo.
En cuanto a los procesos de fabricación, la guía prioriza los sistemas cerrados, semicerrados y automatizados, que permiten reducir de forma significativa la generación de polvo y alejar al operario del foco de emisión. El uso de maquinaria con aporte abundante de agua se considera esencial, ya que el corte y pulido en húmedo es la medida más eficaz para minimizar la generación de sílice cristalina respirable. El documento insiste en que las operaciones en seco deben evitarse y solo pueden realizarse de manera excepcional, bajo autorización expresa, con justificación documentada y protocolos específicos validados por expertos en prevención.
La gestión del ambiente de trabajo se apoya en la combinación de métodos húmedos y sistemas de captación y extracción de aire correctamente diseñados. La guía subraya la eficacia de la nebulización, las cortinas de agua y la extracción localizada en el punto de generación del polvo, siempre acompañadas de sistemas de renovación general del aire. Estas soluciones deben ser instaladas por personal especializado y mantenerse mediante planes de mantenimiento preventivo rigurosos, ya que un sistema mal diseñado o sin mantenimiento puede resultar ineficaz o incluso contraproducente.
El documento dedica una atención especial a las áreas destinadas a los trabajadores, estableciendo la necesidad de diferenciar claramente las zonas limpias y sucias, disponer de vestuarios adecuados, espacios para el aseo personal y zonas de descanso y comedor completamente separadas de las áreas con riesgo de exposición. Estas medidas buscan evitar la contaminación cruzada y la inhalación indirecta de polvo, especialmente a través de la ropa de trabajo.
La limpieza y el mantenimiento
La limpieza y el mantenimiento de instalaciones, equipos y maquinaria se identifican como factores críticos en la prevención. La guía recomienda planes de limpieza detallados que prioricen siempre técnicas en húmedo o sistemas de aspiración con filtros de alta eficiencia, descartando prácticas como el barrido en seco o el uso de aire comprimido, que incrementan la dispersión del polvo. Asimismo, se aborda de forma específica la gestión de los lodos generados por los procesos en húmedo, insistiendo en la necesidad de sistemas de drenaje y depuración que eviten la evaporación del agua y la reaparición de partículas de sílice en suspensión.
En el ámbito de la higiene personal, la guía establece obligaciones claras respecto al uso, limpieza y gestión de la ropa de trabajo, que debe ser lavada y descontaminada por la empresa, prohibiendo expresamente que los trabajadores la lleven a sus domicilios. Se refuerza la necesidad de rutinas estrictas de aseo personal y de tiempos específicos dentro de la jornada laboral para garantizar una correcta higiene antes de comer y al finalizar el trabajo.
Las medidas de protección individual, y en particular los equipos de protección respiratoria, se contemplan como un complemento indispensable, pero nunca como la única barrera frente al riesgo. La guía recomienda el uso de equipos con filtros de alta eficacia y pone énfasis en la correcta selección, ajuste, formación, mantenimiento y almacenamiento de estos equipos, incluyendo la realización de pruebas de ajuste para garantizar su eficacia real en cada trabajador.
Finalmente, el documento dedica un apartado relevante a la vigilancia de la salud, recordando la obligatoriedad de los reconocimientos médicos específicos para trabajadores expuestos a sílice cristalina respirable, tanto durante la vida laboral como una vez finalizada la exposición. La detección precoz mediante pruebas de imagen y función pulmonar se presenta como una herramienta clave para anticiparse a la enfermedad. Todo ello se completa con la obligación empresarial de proporcionar información y formación continua, adaptada al puesto de trabajo y respaldada por personal técnico cualificado, fomentando la participación activa de los trabajadores en la prevención.
En conjunto, la guía plantea una estrategia preventiva integral y coherente que combina diseño de instalaciones, tecnología, organización del trabajo, higiene, protección colectiva e individual y vigilancia de la salud, con el objetivo de reducir de forma efectiva la exposición a sílice cristalina respirable y avanzar en la erradicación de la silicosis en el sector.



































