Las piedras extraídas de las canteras de Rocamat han contribuido a la restauración del Hôtel de la Marine en París.
Después de 4 años de trabajo un total de 12.000 m² de edificio han sido recuperados a su estado histórico original, y el Hôtel de la Marine abrió sus puertas al público el pasado mes de junio.
En nombre del Centre des Monuments Nationaux (CMN), las piedras emblemáticas de París – las piedras de Saint-Maximin Liais y Saint-Leu – se utilizaron para reemplazar varios muelles y arcos. Más de 30m³ de materiales han sido seleccionados para este proyecto supervisado por Christophe Bottineau, arquitecto jefe de los Monumentos Históricos.
Más allá del uso de materiales nobles como la piedra, esta restauración es un magnífico escaparate para la artesanía francesa y su saber hacer. Este enorme proyecto ha movilizado a docenas de empresas con técnicas y digitaciones excepcionales: ebanistas, orfebres, restauradores de muebles, canteros, doradores, herreros, carpinteros, más de 40 empresas y muchas habilidades raras.
Su nombre engaña, pues además de acoger la Academia de la Marina y la Fundación por la Memoria de la Esclavitud (en él se firmó su abolición en 1848) el emblemático edificio, no servirá de muestrario naval sino de las artes decorativas y del París de la Ilustración.
Fue ideado en 1758 por el primer arquitecto de Luis XV, Ange-Jacques Gabriel, quien además de haber construido el Trianon de Versalles y la Escuela Militar, fue el creador de la plaza Luis XV, la actual Plaza de la Concordia.
La intención del edificio, construido de forma simétrica con un segundo palacio que abría paso a la rue Royale, era puramente decorativa. Su primer uso fue servir de guardamuebles de la realeza, pero a partir de la Revolución Francesa fue renombrado Hotel de la Marina y acogió el ministerio homónimo.
En el siglo XIX siguió siendo un estandarte del poder francés, utilizado por Napoleón, Luis Felipe I y otros mandatarios para bailes y grandes recepciones, pero su uso administrativo fue dando paso a la practicidad y pronto quedó recubierto de falsos techos y muros para acoger despachos del Ayuntamiento.
Tras cuatro años de obras, el edificio ha quedado completamente renovado con distintos usos previstos: una empresa de cotrabajo se instalará en varias plantas, además de la Academia y la Fundación anteriormente citadas.
De cara al público, el palacio abrió en junio los dos patios centrales, accesibles al tránsito, y se podrán visitar los apartamentos del siglo XVIII, completamente restaurados con las pinturas originales (que habían quedado enterradas en sucesivas capas de pintura) y muebles de la época.
En la planta baja, abrirá además una cafetería con terraza y un restaurante del chef francés Jean-François Piège.
Con un juego de luces que ambientará el patio principal por las noches, y los soportales de la entrada convertidos en punto gastronómico, su reapertura servirá de avanzadilla al proyecto de remodelación de la Plaza de la Concordia y, más adelante, los Campos Elíseos.
La alcaldesa, Anne Hidalgo, anunció en enero los planes de urbanismo para este eje central de la capital francesa, hoy denostado y abandonado por los parisinos, y explicó que será reconvertido en «un jardín extraordinario».
Antes de los Juegos Olímpicos de 2024, la Concordia será reverdecida con árboles y fuentes y pasará a ser eminentemente peatonal.
Ya después de la competición, empezará la remodelación de la parte alta de los Elíseos, también desde la misma óptica.
La decisión se tomó tras un estudio de la célebre avenida en el que se constató el desamor de los parisinos por esta área, que solo frecuentan a diario un 5 % de ellos.
De ahí que la idea principal es que este tradicional eje de poder pase a ser el lugar del deporte por excelencia de los parisinos: reivindicar «l’art de vivre à la française» y «flâner», o sea, zascandilear.