La bodega que los propietarios de Descencientes de J. Palacios es el proyecto en el que trabaja Rafael Moneo y que está ubicado en El Bierzo (León)
Semienterrados en el perfil de la ladera, con tejado verde sobre la mayor parte de la construcción para integrarla completamente en el entorno, se construirán tres bloques unidos por un pasillo subterráneo.
Desde un patio principal de reparto de tareas y materia prima se accederá por un lado a un hueco central con dos plantas para oficinas. En un plano más discreto quedará un segundo bloque que tendrá utilidad como nave agrícola y almacén de productos ecológicos y biodinámicos, y bajo ella un aparcamiento para los vehículos particulares de los trabajadores . Y en el más visible, una gran nave de elaboración y producto terminado. Su ejecución requerirá una gran vaciado del terreno hasta quince metros de profundidad, ya que bajo la galería de vinificación, proceso de manipulación y expedición, con acceso desde un segundo patio, estará la cava de crianza, con galerías excavadas sobre la pizarra, con paredes de piedra natural. En cada una de esas galerías envejecerán por separado los vinos de finca.
La profundidad, la temperatura y la humedad garantizarán las mejores condiciones para la evolución de los vinos en un entorno proyectado para alcanzar una capacidad de elaboración de unas 400.000 botellas al año.
Moneo, a quien Pérez Palacios define como «un sabio muy sensible al vino» —es propietario de la bodega La Mejorada—, asumió al diseñar la bodega el reto de desarrollar un proyecto «no sólo que tuviera el menor impacto visual y sobre un entorno de gran belleza, sino también que tuviera el menor impacto energético, en el que todo fuese natural y se mantuviese estable por la energía térmica que pueda generar la propia bodega».
Enamorado de la zona e implicado no sólo profesional sino también personalmente, trabaja bajo las premisas de «la máxima sencillez, belleza e integración paisajística y ecológica». Las obras, aun sin presupuesto, comenzarán la próxima primavera.