La asociación para la conservación del patrimonio cultural, radicada en San Sebastián, Áncora, ha alzado su voz ante lo que considera una afrenta al legado histórico de la ciudad.
En una declaración pública, la asociación ha denunciado la desaparición de los mármoles originales de la fachada del establecimiento Muebles Eceija, un comercio con más de 150 años de historia.
Según Ancora, el malestar ciudadano ante esta pérdida fue inicialmente mitigado por el compromiso público del Ayuntamiento de garantizar la pervivencia del frontispicio del edificio, destacado por su entablamento de mármol en dos colores, sostenido por pilastras acanaladas de orden jónico. Sin embargo, en las últimas semanas, «los mármoles originales han desaparecido por completo, a pesar de las promesas de que serían desmontados provisionalmente para su reposición».
«Nos aseguraron que solo se desmontaban provisionalmente para ser repuestos después. Por desgracia, la realidad es bien distinta: se ha optado por reconstruir una fachada completamente nueva con materiales actuales», lamentó la asociación en su comunicado.
Ancora acusa al Departamento de Urbanismo de incumplir su promesa y promover un simulacro que pretende atribuir valor patrimonial a una reconstrucción que carece de autenticidad. «No se trata de una operación de salvaguarda, como se nos quiere hacer creer», afirman, destacando la falta de criterio y el incumplimiento de recomendaciones vigentes en materia de conservación de bienes culturales.
La autenticidad, subrayan, es un concepto clave en la preservación del patrimonio arquitectónico, y cuestionan el valor de un comercio cuyos materiales no son auténticos y cuya funcionalidad está en entredicho.
La reconstrucción completa de elementos patrimoniales, argumenta Ancora, «solo se justifica en casos de guerra o catástrofes naturales, para evitar la proliferación de sucedáneos y pastiches». Sin embargo, en el caso de Muebles Eceija, la asociación ve una deriva hacia lo kitsch.
El gobierno municipal, critican, ha catalogado el 70% del patrimonio urbano con una simple protección de imagen, promoviendo la sustitución sistemática de creaciones valiosas por réplicas. Ancora advierte sobre el daño causado por la pérdida progresiva de identidad, agravado por un «empleo calculado de discursos ambiguos» que intentan disfrazar la verdadera condición de este patrimonio como «fake».
La denuncia de Ancora refleja una preocupación creciente por la preservación del patrimonio histórico y la autenticidad en un contexto urbano donde la estética contemporánea a menudo desplaza la valoración de lo auténtico y lo histórico.