El viacrucis judicial y económico al que se enfrentan los empresarios marmolistas afectados por un caso de silicosis en la plantilla es largo y devastador. Además, casi siempre acaba con el mismo resultado: concurso de acreedores para la empresa o cierre definitivo.
La comunicación de este tipo de casos no siempre llega del mismo modo. En unas ocasiones un trabajador de baja por largo tiempo es el que viene con la mala noticia, en otros, tras la revisión médica anual llegan los peores augurios.
Hablamos con un empresario gallego que lleva trabajando 40 años en su taller en una localidad de Pontevedra. Hasta hace dos años y medio era un marmolista más del sector que lidiaba con los pormenores del día a día del negocio: elaboración de presupuestos, instalaciones….. En uno de los reconocimientos médicos por los que pasan sus trabajadores fue notificado de un «no apto» de uno de ellos y de la sospecha de silicosis.
Tras no poder reubicar al empleado en otro puesto dentro de la empresa, siguiendo las indicaciones de abogados y gestores, procede al despido del mismo que tenía una antigüedad de 25 años en la empresa.
Después comienza la lluvia de denuncias por parte del trabajador; primero de responsabilidad civil, y después de prestaciones sociales. Los nuevos pleitos traen consigo el desgate psicológico y físico y el desafío de acreditar que cumplió con sus obligaciones de cara al trabajador. Esto último, no siempre es fácil. Tiene la necesidad de rescatar justificantes de reconocimientos médicos del denunciante de hace más de 15 años que acrediten que la empresa desempeñaba diligentemente su deber en materia de prevención y seguridad. Sin embargo, que a menudo la Mutua no quiere proporcionar esa documentación.
El primer caso de silicosis en la plantilla ha supuesto para este marmolista gallego el pago de la responsabilidad civil y un recargo por prestaciones de 60.000 euros -el 30% del total-. El trabajador quiere continuar adelante con su pleito y ha recurrido al Tribunal Superior de Justicia. «El juez siempre le da la razón al trabajador», anticipa.
El segundo mazazo llega cuando otro trabajador de la plantilla, que llevaba de baja 18 meses de baja por otra causa, denuncia por silicosis a la empresa. En esta ocasión también ha tenido que pagar la responsabilidad civil y se enfrenta a un nuevo juicio. La historia del gerente de esta marmolería no acaba aquí. Hace solo un mes y medio ha recibido una tercera denuncia por silicosis.
La dinámica de un goteo consecutivo de denuncias es otra de las constantes que se repiten en los casos de silicosis entre los trabajadores de marmolerías. El empleado diagnosticado con esta enfermedad alerta a otros compañeros de emprender acciones contra la empresa y comienza el desfile de denuncias.
«Llevo un año considerándome un delincuente a pesar de que trabajo con mis empleados todos los días. Desde que saltó el primer de silicosis en una marmolería caso en 2010 tomé todas las medidas de prevención, pero por mucho que hagas, estás indefenso. Estamos sentenciados a desaparecer».
En su opinión da igual lo que hagas, «estás indefenso», aunque también aconseja a todos los marmolistas que «todo lo que se documente es primordial»· Pone como ejemplo que se obligue al trabajador a que firme que se le entregaron Equipos de protección individual (EPI’)S para trabajar. «Si no hay un papel firmado, el trabajador va a negar que se le entregó material de protección».
A él le quedan siete años para jubilarse y sus planes eran que su hijo continuara con el negocio. Pero los acontecimientos han torcido este proyecto. «Tengo un hijo trabajando conmigo pero no quiero que siga en esto», asevera.
El caso de este empresario gallego no es un lance aislado, es un patrón que se repite.
En 2019, 130 trabajadores en activo fueron diagnosticados de silicosis con una edad media de 45,8 años, según los últimos datos publicados por el Instituto Nacional de Silicosis.
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