La venta de materiales de construcción fue liberada hace un año por el presidente Raúl Castro como parte de una serie de reformas económicas. Unas medidas muy necesarias tiendo en cuenta el elevado déficit de viviendas de la isla y el deterioro de las propiedades.
La extracción y comercialización de piedras ornamentales en Cuba no es nada nuevo sin embargo el desarrollo de la industria ha sido mínimo. Sin embargo, ahora existe un tímido auge en la construcción, especialmente en que proviene de las construcciones hoteleras y de las inversiones privadas.
«Este producto tiene demanda», dice Pedro Báez, director técnico de la estatal Empresa Mármoles Cubanos, que explota yacimientos de mármol y otras piedras ornamentales, y que ahora busca expandirse aprovechando la construcción de numerosos hoteles en el país.
Este nuevo escenario es el que quiere aprovechar Mármoles Cubanos, con la mira no sólo en el mercado de la isla, sino también el externo, en particular el Caribe y Centroamérica. A Estados Unidos no puede vender, pese a su proximidad, debido al embargo vigente desde 1962.
«El primer destino (del mármol cubano) son las obras del turismo; todas estas obras se están haciendo básicamente en la Cayería Norte de Cuba», explica Manuel González, director de la filial Occidente, una de las cuatro que tiene la empresa. Esta filial tiene su planta procesadora en el puerto de Mariel, 50 km al oeste de La Habana, donde produce cada año 92.000 metros cuadrados de planchas de mármol y «jaimanita», piedra originaria de la isla muy útil para revestir muros.
En esta planta, los cubos de mármol virgen de dos metros por lado son cortados con enormes sierras eléctricas y convertidos en planchas de diferentes tamaños y 2,5 cm de espesor.
Las planchas son pulidas y luego empacadas sobre paletas de madera, y los trozos sobrantes son acumulados en cajones, pues también se venden.
El mármol «crema valle», de color beige, es extraído de yacimientos cercanos a la Sierra Maestra (sureste), donde operaba la guerrilla de Fidel Castro antes de tomar el poder en 1959.
«El mármol cubano tiene características físico-mecánicas similares» al italiano, dice el director general de la empresa, Jaime Hernández.
La compañía exporta ahora solo el 20% de su producción, principalmente a China y pocas naciones de Europa y América Latina, por un monto inferior a dos millones de dólares al año. Además, la empresa suministra personal especializado en la instalación de mármol, que trabaja ahora en hoteles en construcción en Varadero, Cayo Coco y Cayo Guillermo (frente a la costa del centro de la isla), entre otros sitios turísticos, explica González.
También trabajan remodelando dos hoteles de La Habana –el Capri y el Inglaterra–, y el exclusivo Club Habana, un condominio a orillas del mar donde viven diplomáticos y empresarios extranjeros.
La planta de Mariel –el puerto que fue el punto de partida de un masivo éxodo de cubanos en todo tipo de embarcaciones en 1980– procesa también la jaimanita, piedra opaca y rugosa muy usada en la construcción en la isla porque soporta bien la gran salinidad del aire en las zonas costeras.
La cantera de la jaimanita, explotada desde hace 40 años, está en Playa Baracoa, al costado de la ruta costera entre La Habana y Mariel, no lejos de la Escuela Latinoamericana de Medicina.
«La jaimanita tiene una utilidad grande en todos los lugares cerca del mar, preferentemente para enchape, porque reduce el mantenimiento de la fachada, y permite a los arquitectos hacer combinaciones con otros materiales, como madera», dice González.
La empresa tiene ambiciosos planes, que se enfrentan a la falta de capital para invertir y expandir la producción y las ventas. De hecho la compañía tiene nueve yacimientos paralizados, entre ellos uno de mármol negro en Pinar del Río, en el extremo occidental de Cuba.
También está paralizada la cantera de la piedra «capellanía», la misma usada hace casi un siglo en la construcción del Capitolio de La Habana, réplica del famoso Capitolio de Washington.