Este proyecto de Rafael de La-Hoz cuenta con un interior revestido de piedra natural nácar de Pizarras J. Bernardos. El edificio se erige sobre un zócalo que aloja las unidades asistenciales, ambulatorio, diagnóstico y tratamiento estructurado según tres módulos o edificios paralelos, que recogen lo mejor de las estructuras matriciales hospitalarias: flexibilidad, ampliación, claridad funcional y circulaciones de carácter horizontal. Sobre esta estructura se disponen dos unidades de hospitalización, dos coronas ovaladas trazadas con amables curvas que se alejan sensorialmente de las depresivas formas residenciales del “bloque pastilla” racionalista, y se inspiran en lo mejor de la arquitectura reciente residencial: iluminación de pasillos y por tanto de ruido, circulaciones concéntricas, luz y silencio en torno a un atrio común.
Dos conceptos funcionales espaciales, zócalo y corona, que se vinculan para formar una nueva arquitectura, en un modelo que ofrezca a los profesionales la oportunidad de tratar y a los ciudadanos, de ser tratados en un ambiente en el que la luz natural y el silencio resulten terapéuticos.
Las torres de hospitalización se convierten además en el reclamo del hospital. La orografía y situación de la parcela hacen que el hospital no se perciba ni desde Móstoles, ya que una calle muy secundaria recorre todo el lateral sur de la parcela, que es el lateral que presenta al casco de Móstoles, ni desde la autopista que la limita por el norte. El diseño de las torres hace que éstas sean visibles desde la autopista, que es la vía de acceso principal al hospital.