La vida útil de la pizarra natural puede superar los 100 años, según los test realizados en laboratorio el brillo y el color de este material permanecen inalterables incluso en las condiciones climáticas más adversas, algo de lo que no pueden presumir sus alternativas de cubierta como la cerámica o el hormigón.
Color
En los test realizados en el laboratorio de Cupa Group sometiendo a la pizarra a 600 ciclos de hielo y deshielo (más de 10 veces lo indicado por la norma) el comportamiento de la pizarra es excelente, técnicamente “el observador no nota la diferencia”. En cambio, el hormigón decolora 2,61 veces más y la cerámica 2,13.
Además del paso del tiempo, hay otro factor que afecta a los materiales de construcción: los ambientes agresivos como el marino. Para comprobar sus prestaciones, la empresa ha recreado las condiciones de zonas costeras en una cámara con niebla salina y la pizarra natural sigue manteniendo inalterable su color.
Al contrario de lo que se piensa a veces, la pizarra natural no es solo negra, sino que es un material que permite crear juegos cromáticos según la luz, el punto de vista del que mira o la altura del edificio. Sus tonos oscuros aportan una sofisticación y elegancia imposibles de imitar por alternativas artificiales.
Gracias a este característico color oscuro, los edificios con pizarra natural se integran mejor en el paisaje. En la naturaleza, el negro pasa desapercibido. Si piensas en una montaña, en un bosque o incluso en un pueblo, es el blanco el que rompe la armonía.
Brillo
El brillo de la pizarra también se mantiene a lo largo del tiempo. Para comprobarlo, el laboratorio ha repetido los test anteriores pero evaluando el cambio de brillo y el resultado es una ventaja todavía mayor de la pizarra respecto a la cerámica y el hormigón.
El resultado es que en climas fríos, la variación de brillo de las tejas de hormigón es 3 veces superior al de las tejas de pizarra y el de la cerámica más de 4. Y en ambientes agresivos como zonas costeras, la variación del brillo de las tejas de hormigón se dispara hasta más de 8 veces en comparación a la pizarra natural.